Después de la descorazonada reflexión de hoy a la vuelta de la facultad regresé a casa. Intenté abandonarme a las tareas ínfimas de una vida sin descansos pero también sin demasiados apuros...no lloré, ni me bañé, ni cociné...tampoco dejé de pensar en todo lo que hablé enloquesidamente hoy en la facu, y en el texto, en esas conversaciones que te queman el bocho y te alegran e impulsan a la misma vez, en una simultaneidad extrañísima y dicotómica.
Cuando me encontré ante una feliz realidad indiscutible: ¡La lucha continúa!
Felicito a las madres y abuelas, a ese hombre-eposo-padre y a ese nieto-hijo-hombre, me enorgullese su lucha, me ilumina la cara, me alegra la vida.
Gracias.
1 comentario:
Sin dudas alentador, entre tanta oscuridad.
Hace rato que vine por acá, interesante María Eva. Saludos,
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