Me quedé pensando, se ve...

Ayer me enteré por medio de alguien muy importante para mí de algo que me dejó pasmada, me refiero a la nueva adquisición de Macri para su amada policía.
No sé como ordenar mis ideas con respecto a muchas cosas de la gestión de este hombre; pero esto, me ha dejado de una pieza.
¿No le vastó con Palacios y compañía?, ¿No le es suficiente Posse?... Dijo haberse EQUIVOCADO el muy descarado en la designación de Palacios y que a James no lo conocía bien (¡PERO POBRECITO, ¿le habrán plantado a ese hombre los malvados y viles K?) no sabía quien era ... Evidentemente quizo corregir el error y para ello nombró a un retrograda de alto rango que considera que hablar de la dictadura y el genocidio es atender fantasmas del pasado, y como si todo esto fuera poco, por el mismo precio, también se despacha diciendo que los jóvenes
somos o estamos (no le han dado tiempo como para aclararlo) drogados y estupidizados por el rock. Bueno Posse, acá te va una noticia: yo soy joven.
Y te va otra: te vendría como anillo al dedo que me drogara, así habría una menos que no va a dejar que todo vuelva a pasar.
De todas formas creo que Macri fue sincero cuando dijo que se había equivocado con lo de Palacios, por eso cuando reparó en el error que significa querer matarlos de grandecitos llamó a Posse para reventarles el cerebro y agarrarlos de chiquitos. Terrible, despreciable.
Peligroso, me atemoriza y a la misma vez me impulsa a gritar que no, que no hay miedo, que no hay parálisis para mi, no voy a guardarme por temor, eso forma parte del pasado: no más.
La verdad es que no puedo ni pronunciar, ni pensar sobre las nuevas armas que Mauri se ocupó de traer de EE.UU. para su brazo armado. Me parece terrible cualquier arma, cualquiera hubiera sido repudiada por mi ... pero esto es demasiado, lo desaprueba todo mi ser; la sensación mientras escribo esto es de dolor, impotencia, asco, asco por Macri, por las calles de la ciudad de Bs.As., hasta por las librerías de corrientes, no quiero ni un café, ni un pancho en constitución, ni un teatro, no quiero ir al Colón, no quiero.
30 mil razones me empujan, otras de las que no conocemos las cifras me alientan, mi vieja me escucha, mi abuela guarda silencio porque me sabe, la estación de avellaneda y sus murales corre conmigo por mi sangre.