"La Historia es una casa de muchas habitaciones." Fernand Braudel.

"La Historia es una casa de muchas habitaciones." Fernand Braudel.

Y mi corazón está en el sur del sur, con tizne negro, en la cancha, en el bondi, en el chori, en la fiesta en la calle, en la murga, en el tambor, en la bandera, en mi doble ciudad...y en el camino, en el tren, en la frontera parada sobre la línea, en el andén, conectando dos mundos iguales pero disímiles.

La Plata - Ringuelet - Gonnet - City Bell - V.Elisa - Pereyra - Hudson - Plátanos - Berazategui - Ezpeleta - Quilmes - Bernal - Don Bosco - Wilde - V.Domínico - Sarandí - Avellaneda (combinación) Gerli - Lanús

Arraigo


No quiero cruzar la frontera, es más quiero retroceder al corazón de mi tierra. No quiero que vengas, ni quiero saludarte desde el límite de mi mundo contiguo al tuyo. Mejor así.Mejor distancia, y no me conquistes. Ni el corazón, ni el cuerpo. No vengas a vencerme, ni vencido.No quiero pasar la frontera aunque me aceptes, no me importa cuanto más me parezco a vos que a los de adentro. Yo no soy de tu mundo, no es ésta mi pertenencia.
Demasiado lanusense para La Plata, demasiado platense para Lanús.Haciendo equilibrio sobre la línea de frontera, mi verdadera identidad camina bien.
Y si bajo de mi tren camino por el torcido diagonal hasta el lugar que más se parece a mi tierra andante. Otra vez en la frontera cayendo del cuadrado, ni un lugar ni otro.Siempre en un tercer lugar, pero nunca neutral.

jueves, 10 de marzo de 2011

Comparto lo que me compartieron (una profe muy especial)

Las mujeres de mi generación


Luis Sepúlveda





Las mujeres de mi generación abrieron sus pétalos rebeldes
no de rosas, camelias, orquídeas u otras yerbas
de saloncitos tristes, de casitas burguesas, de costumbres añejas,
si no de yuyos peregrinos entre vientos.
Porque las mujeres de mi generación florecieron en las calles,
en las fábricas se hicieron hilanderas de sueños,
en el sindicato organizaron el amor según sus sabios criterios.
Es decir, dijeron las mujeres de mi generación,
a cada cual según su necesidad y capacidada de respuesta,
Como en la lucha golpe a golpe en el amor beso a beso.
Y en las aulas argentinas, chilenas o uruguayas
supieron lo que tenían que saber para el saber glorioso
de las mujeres de mi generación.
Minifalderas en flor de los setenta,
las mujeres de mi generación no ocultaron ni las sombras
de sus muslos que fueron los de Tania.
Erotizando con el mayor de loo calibres
los caminos duros de la cita con la muerte.
Porque las muejeres de mi generación
bebieron con ganas el vino de los vivos
acudieron a todas las llamadas
y fueron dignidad en la derrota.
En los cuarteles les llamaron putas y no las ofendieron
porque veían de un bosque de sinónimos alegres:
Minas, grelas, percatas, cabritas, minones, gurisas, garotas, jevas,
zipotas, viejas, chavalas, señoritas.
Hasta que ellas mismas escribieron la palabra Compañera.
Porque las mujeres de mi generación
nos marcaron ccon el fuego indeleble de sus uñas
la verdad universal de sus derechos.
Conocieron la cárcel y los golpes,
habitaron el mil patrias y ninguna,
lloraron sus muertos y a los mios como suyos,
dieron calor al frio y al cansancio deseos,
al agua sabor y al fuego lo orientaron por un rumbo cierto.
Las muejeres de mi generación parieron hijos eternos,
cantando Summertime les dieron teta,
fumaron marihuana en los descansos,
danzaron lo mejor del vino y bebieron las mejores melodías.
Porque las mujeres de mi generación
nos enseñaron que la vida no se ofrece a sorbos compañeros
sino de golpe y hasta el fondo de las consecuencias.
Fueron estudiantes, mineras, sindicalistas, obreras,
artesanas, actrices, guerrilleras, hasta madres y parejas
en los ratos libres de la Resistencia.
Porque las mujeres de mi generación sólo respetaron los límites que
superaban todas las fronteras.
Internacionalistas del cariño, brigadistas del amor,
comisarias del decir te quiero, milicianas de las caricia.
Entre batalla y batalla
las mujeres de mi generación lo dieron todo
y dijeron que eso apenas era suficiente.
Las declararon viudas en Córdova y en Tleteloco,
las vistieron de negro en Puerto Montt y Sao Paulo
y en Santiago, Buenos Aires o Montevideo
fueron las únicas estrellas de la larga noche clandestina.
Sus canas no son canas
sino una forma de ser para el qué hacer que les espera.
Las arrugas que asoman en sus rostros
dicen he reído y he llorado y volvería a hacerlo.
Las mujeres de mi generación
han ganado algunos kilos de razones que se pegan a sus cuerpos,
se mueven algo más lentas, cansadas de esperarnos en las metas.
Escriben cartas que incendian las memorias,
recuerdan amores proscritos y los cantan.
Inventan cada día las palabras y con ellas nos empujan,
nombran las cosas y nos amueblan el mundo,
escriben verdades en la arena y las ofrendan al mar.
Nos convocan y nos paran sobre la mesa dispuesta.
Ellas dicen pan, trabajo, justicia, libertad,
y la prudencia se transforma en verguenza.
Las mujeres de mi generación son como las barricadas:
protegen y animan, dan confianza y suavizan el filo de la ira.
Las mujeres de mi generación son como un puño cerrado
que resguarda con violencia la ternura del mundo.
Las mujeres de mi generación no gritan
porque ellas derrotaron al silencio.
Si algo nos marca, son ellas.
La identidad del siglo son ellas.
Ellas: la fe devuelta, el valor oculto en un panfleto,
el beso clandestino, el retorno a todos los derechos,
un tango en la serena soledad de un aeropuerto,
un poema de Gelman escrito en una servilleta,
Benedetti compartido em el planeta de un paraguas,
los nombres de los amigos guardados con ramitas de lavanda,
las cartas que hacen besar al cartero,
las manos que sostienen las retratos de mis muertos,
los elementos simples de los días que aterran al tirano,
la compleja arquitectura de los sueños de tus nietos.
Todo lo son y todo lo sostienen,
porque todo viene con sus pasos y nos llega y nos sorprende.
No hay soledad donde ellas canten.
Intelectuales del instinto, instinto de la razón.
Prueba de fuerza para el fuerte, y amorosa vitamina del débil.
Así son ellas, las únicas, irrepetibles, imprescindibles,
sufridas, golpeadas, negadas pero invictas
Mujeres de mi generación.

domingo, 6 de marzo de 2011

Mente sin terminos medios

Mi cabeza es un barullo, mente plato. Plato sin comida es mi mente, tiene migas de algo viejo, esta vacía o llena de porquerías, o cosas ricas...pero mezcladas así dan asco. Plato como estómago, no es que ya estén en mi dijeridos sintetizados mis pensamientos. Es sólo lo negativo de la mente estómago. Mente vacía, vaciada. Atolondrada por tanta cosa. Mente desconfiada: aunque sabe que en donde se come no se caga, sabe que no es cierto. Cabeza desenroscada, o enroscada mejor dicho. Cabeza plato de vidrio durex color marrón. Cabeza plato si vaso.
Esta no es cabeza enamorada. Es cabeza dolida, cabeza apurada. Mente calendario 2011, octubre. Mente octubre. Mente interpelada sin respuesta. Cabeza errante, no por dubitativa. ¿Y qué si no avanzamos? ¿Qué si nos estancamos, si nos dormimos? Mente en vilo, cabeza sedada.
Mente zapato sin suela. Mente alpargata nunca bota.
Mente ansiosa por llegar, queriendo huir todo el tiempo de esta dualidad. Cabeza profunda.
Cabeza encerrada en una caja con mil rótulos, parada dentro de las posibilidades, mirando el mundo entre democracias y dictaduras, entendiendo que todo se da en el marco del capitalismo, que la justicia social adquirida y tan amada es producto de la democracia burguesa, producto de esa parte que el explotador suelta para que el explotado tarde más en revelarse en su contra, producto también de la más brillante negociación de un gobierno que también está encerrado en esta caja de mil rótulos (y que lee más etiquetas que mi cabeza, porque esta entrenado en el oficio y conoce)...esto ya lo sé, lo que me pregunto - y al hacerlo me lastimo como daga, como plato roto - es si mi mente esta libre corriendo, si la utopía esta afuera de la caja en puro movimiento.